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El lugar, de Mario Levrero

  El lugar, de Mario Levrero Por Nicolás Villarino * “El lugar”, de Mario Levrero, bien podría ser el intento de ficción de la incertidumbre: “En la oscuridad total, mis ojos buscaron una referencia y se volvieron a cerrar  (...) Fue entonces cuando mis ojos se abrieron (...) Advertí varias cosas: que hacía frio, que ese lugar no era mi dormitorio, que estaba acostado sobre un piso de madera sin colchón ni cobijas, en una oscuridad total; y que tenía puesta la ropa de calle (...) Mientras buscaba a tientas algún elemento conocido, se me plantearon las preguntas de rigor: dónde estaba, cómo había llegado allí” Como se ve, los comienzos no siempre se dan en territorio conocido. “(...) con la certeza de que pronto todo habría de ajustarse con una explicación sencilla: la borrachera en una fiesta, la tormenta que me había sorprendido en una casa ajena, la aventura inusual que me había llevado a dormir fuera de casa…” Se intenta asimilar la ocasión a la experiencia previa. Pero el intento
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El que tiene sed, de Abelardo Castillo

El que tiene sed, de Abelardo Castillo Por Nicolás Villarino *   Alguna vez, en un cuarto en Buenos Aires, escuché decir al crítico literario Maximiliano Tomas: estamos ante la novela argentina sobre el alcoholismo. Y es que con El que tiene sed, para Abelardo Castillo (1935-2017) s e trata del alcoholismo presente en doble vertiente, tanto en la ficción como en la realidad del autor. Se verá cómo desciende junto al personaje principal, Esteban Espósito, al fondo de un abismo del cual nunca pareciera llegar a tocar fondo... quizás, en un intento de establecer un límite, un parate, a esa inercia que lo arrastra por los suelos (a veces, hasta literalmente): desde romper el pico de una botella de whisky contra la mesada de una cocina, para despejar el incómodo gotero, hasta una serie de situaciones en las que reina el traspié: desde ver al protagonista afrontar de una manera bastante incómoda una conferencia, hasta verlo luchar contra sí mismo, contra su cuerpo, el tiempo y la memoria,

Divertimento, de Julio Cortázar

  Divertimento, de Julio Cortázar Por Nicolás Villarino * Divertimento (1949) es una de las novelas que no fueron publicadas durante la vida de Julio Cortázar. Igual que en El examen, se impone aquí la presencia de un grupo de amigos y el paisaje ineludible de Buenos Aires. El taller de Renato Lozano, pintor de impronta surrealista es el punto de reunión del Vive como Puedas, una suerte de cenáculo delirante que preanuncia el célebre Club de la Serpiente de Rayuela. Allí surgirá, entre las polémicas sobre poesía, artes plásticas, música, política y sociedad, un misterio de connotaciones esotéricas que incluye a un mentalista, el fantasma de la mujer de Facundo Quiroga, una pesadilla y una pintura inexplicable. Jugada en paso de comedia, de pieza musical ligera, Divertimento insinúa exquisitamente el arte inigualable del Cortázar maduro. (Fragmento extraído de Editorial Punto de Lectura). ◘ ◘ ◘ Al leer las primeras páginas de Divertimento, la primera sensación fue entrar en esa atmó

Los Diarios de Emilio Renzi. La causa.

Los Diarios de Emilio Renzi La causa. Por Nicolás Villarino   En "La literatura amotinada", Luis Gusmán menciona que al inicio, Renzi es lector, todavía no es escritor. Se convertirá en escritor al preguntarse por qué uno se dedica a escribir. Renzi dirá que “se nos da por ahí”. A causa de haber leído. Gusmán señala que nombrada la causa, la lectura se pluraliza, estalla en una serie de fragmentos de libros que ha leído. Puede ser por ejemplo, en un bar leyendo una biografía de Proust. Ese criterio toponímico, dirá Gusmán, va a dominar su memoria de lector y su “edad de lectura”. Es que para Renzi un libro en el recuerdo tiene una cualidad íntima, como menciona en el diario: “solo me veo a mí mismo leyendo. Estoy afuera, distanciado y me veo como si fuera otro (más joven que siempre). Por eso, quizá pienso ahora aquella imagen -hacer que leo un libro (al revés) en el umbral de la casa de mi infancia- es la primera de una serie y voy a empezar ahí mi autobiografía". Sí,

Los Diarios de Emilio Renzi. El camino de un escritor. Parte II

Los Diarios de Emilio Renzi El camino de un escritor. Por Nicolás Villarino Parte II Fotografía de Daniel Mordzinski Continúa de https://persistencias-literarias.blogspot.com/2021/08/los-diarios-de-emilio-renzi-el-camino.html A esta altura pueden surgir ciertas cuestiones para pensar. Primero, ¿por qué Piglia hace escribir a Renzi? Más allá del nombre completo de Piglia, Ricardo Emilio Piglia Renzi, que nos dice que Piglia es Renzi efectivamente, se podría pensar que estamos ante un cierto desdoblamiento, del primero en el segundo. De esta manera, Piglia gana una perspectiva, un artificio, cierto hacer, para poder describir mejor aquellos sucesos bajo la forma de otro, evitando los reparos y posibles remordimientos de la conciencia. A Renzi, al igual que Piglia, lo piensan. ¿Quién? No interesa aquí, el hecho es que siempre se está en una dialéctica entre uno y el otro: el que vive por un lado y el que (d)escribe eso que se vive . Se puede pensar siempre en la forma de uno o el ot

Los Diarios de Emilio Renzi. El camino de un escritor.

  L os Diarios de Emilio Renzi El camino de un escritor. Por Nicolás Villarino ¿En qué consiste ser escritor? ¿Es una actividad o es una sensación? ¿Es algo constante, o es algo que se tiene y se puede perder? ¿Es algo con lo que se nace o se tiene desde pequeño, o se desarrolla poco a poco? ¿Por qué se escribe un diario? ¿De qué recursos se vale el escritor para poder decir? Con Los Diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia reúne, entre la realidad y la ficción, la escritura de toda una vida. Son alrededor de 327 cuadernos que conforman la materia prima para tres tomos donde se puede ver y pensar, a través de notas, de entradas, fragmentos, ideas y divagues la vida de un escritor: los inicios, las influencias, los gustos, las experiencias, los gestos, pero también los miedos e inseguridades. En las primeras páginas Renzi dice: “Por supuesto, no hay nada más ridículo que la pretensión de registrar la propia vida. Uno se convierte automáticamente en un clown”. Pero a la vez destaca qu

Persistencias Literarias

Tener algo para decir Tener algo que decir Si tengo algo, insiste. Si tengo, algo insiste Insistir, una forma de la presencia que excede Allí esta la persistencia. En los Diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia escribe: "el valor de la lectura no depende del libro en sí mismo, sino de las emociones asociadas al acto de leer. Y muchas veces atribuyo a esos libros lo que corresponde a la pasión de entonces (que ya he olvidado): h abía ido a despedir a la terminal de omnibus a una compañera, novia en aquel tiempo, y al costado del andén consiguió en un puesto un ejemplar de In Our Time . Volvió a casa con el libro, se tiró en el sillón y empezó a leerlo y siguió hasta que terminó casi a oscuras." Esa primera lectura, señala Renzi, es inolvidable, irrepetible, y es única. La cualidad epifánica, dice Luis Gusmán en "La literatura amotinada", no depende del contenido del libro sino de la emoción que ha quedado fijada en el recuerdo. Esto es interesante ya que se trata de